jueves, 16 de mayo de 2013

Yesica Garza Salamanca 3°D N.L-17 José María Morelos y Pavón


José María Morelos y Pavón (Valladolid (hoy Morelia), Michoacán, 30 de septiembre de 1765 - Ecatepec, Estado de México, 22 de diciembre de 1815) fue sacerdote, militar insurgente y patriota mexicano, que organizó y fue el artífice de la segunda etapa (1811-1815) de la Guerra de Independencia de México.

Nació en Valladolid, y estudió durante los primeros años de su vida con su abuelo materno. En 1789, entró al seminario de Valladolid, donde se graduó en 1795. En 1799, fue nombrado cura de Carácuaro, donde permaneció hasta 1810.

Fue comisionado por Miguel Hidalgo, el 20 de octubre de 1810 en Charo (Michoacán), como jefe insurgente en el sur de México, encargado de tomar ciudades importantes y cortar la comunicación con los países de Asia Oriental, y su principal encomienda fue tomar el puerto de Acapulco, considerado estratégico para la comunicación de la Nueva España.1

Desde 1811 y hasta el inicio de su declive militar en 1814, Morelos, ayudado de muchos lugartenientes, logró conquistar la mayor parte del sur del país y parte del centro, en la región del actual estado de Morelos, donde se desarrolló, entre el 9 de febrero y el 2 de mayo de 1812, su acción militar más famosa, el Sitio de Cuautla, en la ciudad homónima, que lo convirtió en el principal enemigo del ejército realista.

También organizó el Congreso de Anáhuac, el primer cuerpo legislativo de la historia mexicana, cuyas sesiones tuvieron lugar en Chilpancingo (actual Estado de Guerrero) durante septiembre y noviembre de 1813. Allí Morelos presentó sus Sentimientos de la Nación. El Congreso aprobó el 22 de octubre de 1814, en Apatzingán, la primera Constitución de México, aunque Morelos después declaró que "es mala por impracticable".2

Tras varias derrotas, fue capturado el 5 de noviembre de 1815 en Temalaca,3 por el coronel Manuel de la Concha, fue juzgado por la Inquisición, y finalmente fusilado en San Cristóbal Ecatepec, el 22 de diciembre de 1815. En 1759, Carlos III fue proclamado Rey de España, y a partir de entonces implementó una serie de políticas liberales en las colonias y en la metrópoli. Nueva España era gobernada por Carlos Francisco de Croix, un militar de ascendencia francesa. Aún permanecían las diferencias de castas, los peninsulares ocupaban los altos puestos del ejército, la religión y la política[cita requerida]; los criollos,4 puestos mínimos; y los mestizos5 se limitaban a seguir las órdenes de los españoles.6 Otro tipo de castas, como los mulatos, realizaban trabajos como esclavos. Valladolid era de las ciudades más desarrolladas del país, y era considerada, según los letrados de aquella época, como el "jardín de la Nueva España".7 En 1764, las reformas administrativas desarrolladas por el gobierno español otorgaron una nueva panorámica a la Nueva España. Se crea la Ordenanza de Intendentes, gobernantes regionales de las provincias; estos funcionarios dependían directamente del rey, por lo que el virrey vio mermado su poder. También, por decreto real del 25 de febrero de 1767, los jesuitas fueron expulsados del imperio español. De acuerdo con algunos historiadores, la expulsión se debió a que los jesuitas conspiraban contra el rey Carlos III.8 Según Lucas Alamán, la expulsión de los jesuitas fue producto de una conspiración de jansenistas y librepensadores franceses, que amedrentaron a Carlos III sobre el peligro de una conspiración.

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